GREDOS

GALAYAR

In hell I’ll be in good Company.

Esta mañana al despertar he puesto música en el ordenador y al azar han comenzado a sonar The Dead South “In hell i´ll be in good Company”. Una sonrisa se ha dibujado en mi cara, al venirme el recuerdo de esta semana pasada en Gredos.

Hacía varias semanas que Javi me comentó lo del viaje a Gredos para escalar en Galayos. Escuela que me atrevería a calificar como de las más puras de España para la práctica de la escalada clásica. Su roca, su particular escalada, sus fisuras, su adherencia, sus destrepes, su grado, etc. No puede dejar indiferente a nadie. Creo que no es posible poder dormir plácidamente a la vuelta de un viaje como este. Al meterme en la cama, comienza la conversación con la almohada y recientes recuerdos se me pasan a toda velocidad por la cabeza, sin dejarme pegar ojo. Finalmente caigo dormido como una criaturica.

El domingo a las tres de la tarde quedamos en Antequera, Sebas, Manu y yo. Jesús y Carlos salieron desde Sevilla, Juanito y Javi desde Madrid, la cosa promete. Nos reunimos en Arenas que es el último pueblo donde encontraremos un garito donde nos sirvan cervezas para poder regar el encuentro, antes de ponernos a la tarea, lo que está claro, es que llegaremos de noche al refugio, así nos da igual retrasarnos algo más con las cervezas.

Llegamos a la plataforma de la cabra y mientras preparamos las mochilas se nos acerca un señor mayor, montañero, con ganas de hablar. Juanito entabla conversación con él y resulto ser un tal “Quinin” Joaquín Burgos. Un clásico de Gredos, que tiene algunas vías abiertas por la sierra, un personaje interesante que se despide de nosotros pidiéndonos que le demos recuerdos a los Galayos de su parte, ya que él no puede subir, las rodillas desgastadas no se lo permiten.

Subimos al refugio Victori tranquilamente, haciendo algunas paraditas de cigarrito y charla. Al llegar comimos algo y nos pusimos a dormir al raso, hacia una noche espectacular.

 

LUNES.

Sin prisa, pero sin pausa nos levantamos, desayunamos y organizamos las cordadas. Javi, Juanito y yo haríamos una, Sebas y Manu otra. Carloncho y Jesús la otra.

Decidimos entrar a la vía Arañas amarillas, en la torre Amezua, para ir calentando motores y probarnos en Galayos. Sobre todo yo, que es la segunda vez que escalo aquí. Los demás conocen esto bastante bien. En principio no es una línea difícil. Pero aquí tampoco hay nada fácil.

L1. V. Comienzo yo la escalada en un largo que no es complicado, pero que tiene algún paso que te recuerda donde estas. Muy disfrutón.

L2.V+. Este largo le toca a Javi. Comienza en una placa que no es difícil, pero esta expuesta, ya que hay que superarla sin proteger y se te ponen las orejas de punta. El resto del largo es muy bonito y a pesar de no ser complicado, hay que mover bien pies para encadenar.

L3.V+. Es el turno de Juanito. Es un largo corto, donde tendremos que hacer in pequeño destrepe con una travesía, para meternos en una chimenea, donde hay que apretar un poco. Juanito y yo nos arrastramos por dentro como lagartijas y Javi lo hace por fuera con más estilo.

L4. 6 a. Continua Juanito, que le tiene ganas a este largo, cosa que agradezco, porque comenta que tiene un paso que aprieta bastante. Una fisura algo desplomada, donde hay que empotrar manos, con los pies por fuera sin muchas opciones, tan solo algunas lentejillas que primero hay que ver y luego confiar. La protección es buena, pero hay que hilar fino. (Friends grandes)

L5. V. Llega mi turno y me comenta Juanillo que nos cambiemos de vía a la oeste clásica, porque parece que es algo más larga que la Arañas y así podremos escalar más, sin dudar del maestro hago una pequeña travesía y me meto de lleno en la vía. Sebas y Manu que vienen en otra cordada detrás nuestra, pasan de nosotros y deciden terminar la Arañas, así que en este largo nos separamos.  Este largo no es difícil, pero tiene bastante ambiente y algún paso que hay que superar algo más exigente, pero con buena protección. Súper disfrutón.

L6. IV. Por cortesía de los maestros, me ceden el siguiente largo, ya que ellos lo han escalado en otras ocasiones y la verdad es que a mí me viene muy bien meter metros e ir adaptándome a esta escuela. Es el largo más fácil de la vía y la verdad es que me encantó.

Al reunirnos con Sebas y Manu nos comentan que lo que quedaba de la Arañas debía ser más o menos parecido, en metros y dificultad, a lo mejor algo más duro que el nuestro.

El destrepe, delicado como todos. Juanillo destrepa un resalte que puede ser un III/IV y Javi y yo montamos un rapel y pasamos de hacernos los “Jhon Waine”.

Llegamos al refugio, comemos algo y nos deleitan con su presencia Hector, que viene desde Madrid y Sergio que viene desde Granada.

MARTES.

Después de haber pasado una buena noche en el “Victoti” nos levantamos poco a poco y nos preparamos para meternos en la Fisura de los Malditos a la aguja Diaz Rubio. Vía que sin llegar a tener ningún paso explosivo, tiene una continuidad exigente. En esta vía nos metemos Sebas, Manu y yo. Son tres largos, así que nos los repartimos como buenos hermanos. Uno para cada uno. Comienza Manu, continua Sebas y termino yo.

L1-V+. El largo comienza a la derecha de una laja fisurada, de Vº que no ofrece mayor complicación, como a mitad del largo hay una pequeña travesía a derechas, que te deja en una placa muy interesante, con posibilidades de meter cacharros también nos encontraremos algún clavo viejo que da pánico (yo paso de cincharlos, me fio más de mis cacharros). Un largo muy bonito, que se deja escalar bien, aunque me pone algo nervioso para el largo que me toca.

 

 

 

L2-V. Este le toca a Sebas. Aunque se supone que es el largo más fácil de la vía, también hay que escalar. El comienzo es lo más duro. Transcurre por una chimenea ancha, donde hay que progresar apoyándote a ambos lados de la chimenea, algo técnico y muy estético. El final del largo es más facilón. Se protege bien.

L3-6ª. Salgo algo inquieto, pensando que será duro, pero con la idea en la cabeza de que si tengo que progresar en artificial, lo haré sin dudarlo. Pero después no me pareció tan fiero el león como yo me creía. La salida no es dura, pero hay que moverse bien y colocar pies. Más adelante llegas a una fisura, que es donde está la candela, se protege muy bien, pero hay que llevar Friends grandes “3-4”. Si no llevas más de estos números, siempre tienes la posibilidad de correrlos. El final del largo es más fácil.

Una vez al final de la vía hay que rapelar por detrás, en un rapel volado de casi 60 mts, donde hay que tener cuidado, porque hay una repisa, en la misma reunión, donde es fácil que se queden las cuerdas atascadas y no se puedan recuperar. Y no digo esto porque me lo hayan contado, sino porque fue exactamente lo que nos pasó. Así que tocó yumarear, colocar cuerdas y volver a rapelar.

 

MIERCOLES.

Tras pasar otra buena noche en el Victori. Planeando como haremos las cordadas, finalmente nos decidimos por meternos en la vía Santiago Rodolfo al Capuchino. Esta vez haré equipo con Manu y con Carlos.

L1-V+6ª.  Manu es quien toma las riendas en este largo, que sin ser muy difícil, sí que es exigente y hay que hilar fino y que colocarse muy bien. La salida ya comienza con algún pasito que te pone las orejas de punta y más adelante te metes en un diedro con una fisurita que te permite meter cacharros pequeños, donde no hay muchos pies, luego llegas a un techo, que lo pasas en travesía a derechas, para montar reunión. Excelente largo, que te mete en la vía de lleno.

L2-IV+. Este largo me toca a mí. Es una travesía a izquierdas, que no tiene mucho que comentar, hay una placa que no se puede proteger y te obliga a dar algún paso de estar al loro, pero nada más.

L3-6ª/6ª+. Llega el turno de Carlos. Este largo es el más duro de la vía. Y además la salida está algo descompuesta (cosa rara en galayos, pero también pasa). Luego te metes en un diedro fisurado, muy vertical que te pone las pilas, bien puestas. Largo buenísimo.

L4-V+. Manu coge el relevo en este largo que tiene muy buena pinta también. La salida es en una plaquita, con una fisura transversal encima, donde se puede meter algo y a primera vista parece un paso delicado, pero si te colocas bien y lo estudias sale muy bien. Más adelante hay un diedro fisurado, donde te tienes que mover bien, porque no hay muchos pies. El final del largo es facilón. Muy buen largo.

El descenso lo hicimos en tres rapeles, dos de ellos volados, que dan su cosilla, como casi todos los descensos de Gredos.

Aunque no es fácil decir, porque todas las vías son de una calidad excelente. Pero creo que esta última a mí fue la que más me gustó. Pero es una opinión personal.

A la vuelta al refugio nos encontramos con el equipo del GREIM de la guardia civil de granada que estaban trepando por allí estos días, tras un rato de charla con ellos, nos informaron que se marchaban, porque la previsión no era muy buena. Nosotros decidimos pasar la noche por si acaso se equivocaban, pero a mitad de noche comenzó a llover y al día siguiente continuó, así que volvimos a los coches. Para pegarnos un homenaje de chuletones de estos que te ponen a la vaca en lo alto del plato y viaje de vuelta.

En definitiva, debería ser obligatorio visitar Gredos y en concreto Galayos al menos una vez al año, seas de donde seas. Tanto para disfrutar de la escalada, como del espacio natural. Es brutal.

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